En 1660 Murillo, Herrera el Mozo, Valdés Leal, Sebastián de Llanos, y otros pintores fundaron en la Casa Lonja (actual Archivo de indias), una escuela para la enseñanza de las Bellas Artes, que estuvo vigente hasta finales del siglo XVII.
En 1759 otro grupo de artistas recoge el testigo de esta escuela, comenzando con dificultades económicas para impartir clases de arte en sus ramas de pintura, escultura y arquitectura. Ante el incremento del número de alumnos, el nivel de los trabajos realizados y el prestigio de los docentes, obtuvo la protección del Rey Carlos III, por la magnífica gestión de Francisco de Bruna y Ahumada, Oidor Decano de la Audiencia, Teniente de Alcaide de los Reales Alcázares y mecenas.
El monarca toma esta escuela bajo su protección, prestando ayuda económica que fue aumentando sucesivamente, nombrando protector al mencionado Bruna. Primero funcionó en el Alcázar y luego se instaló en varias estancias sevillanas. No sólo trabajaban con modelos escultóricos en vaciados de estatuas clásicas, sino incluso del natural, además de enseñanzas matemáticas.
Desde entonces tuvo carácter oficial en la enseñanza de las Tres Nobles Artes, a semejanza de las de Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valencia, rigiéndose por los estatutos de ésta última y gozó del título de Real por la protección del citado monarca Borbón.
El régimen de las Escuelas de Nobles Artes del Reino, modifica la estructura de la escuela. A partir de este momento, se intenta que la escuela aumente de nivel, ascendiendo a academia por analogía a la valenciana de San Carlos. Tras el expediente, la Reina Gobernadora María Cristina, en nombre de su hija la Reina Isabel II, accede a ello en 1843, y desde ese momento se denomina Real Academia de Nobles Artes de Santa Isabel, en atención y homenaje a la Reina. Tuvo su sede en el antiguo Convento de San Acacio.
El Real Decreto de 31 de Octubre de 1849, reorganiza todas las academias españolas de Nobles Artes. En él se enumeraban hasta trece academias provinciales de Bellas Artes, entre ellas la de Sevilla.
Por Decreto del 8 de Julio de 1892, las enseñanzas artísticas de la escuela hispalense pasó a depender del Rectorado de la Universidad, en buena sintonía con la academia, intensificando ésta sus tareas culturales y de policía artística, urbanismo, museística, de exposiciones retrospectivas y actuales.
A petición de Virgilio Mattoni, reiterado por éste y por José Sebastián y Bandarán, se pide que la academia se denomine de Santa Isabel de Hungría, siempre en atención a la Santa Titular de la Reina Isabel II.
La corporación se rigió por el Reglamento de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, por Orden del 3 de Diciembre de 1942 le fue aprobado un nuevo Reglamento, que estuvo vigente hasta el 16 de Diciembre de 1980, en el que el Ministerio de Universidades e Investigación aprobó unos nuevos.
Al transferirse las academias a la jurisdicción de la Junta de Andalucía, pasó a depender de la Dirección General de Universidades e Investigación de la Consejería de Educación y Ciencia, así como quedó integrada, desde la creación del mismo, en el Instituto de Academias andaluzas. Actualmente se rigen por el Reglamento aprobado por Orden de 6 de marzo de 2001.
La academia reside en la Casa de los Pinelo (Calle Abades, 14) y se compone de 40 Numerarios, que integran las Secciones de Arquitectura, Escultura, Pintura, Música, Arqueología, Artes Suntuarias y Artes Escénicas y Audiovisuales.
S. M. la Reina, Dª Sofía de Grecia, al igual que el Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, ocupan plaza de Académicos de Honor Extraordinarios.
Igualmente existen doce plaza de Académicos de Honor Numerarios, de las cuales están cubiertas siete. Por último tiene un número ilimitado de Académicos Correspondientes que en la actualidad son 218 nacionales y 45 extranjeros.
La Real Academia se honra considerándose heredera de la Escuela de Murillo de 1660.
Fuente bibliográfica:
–realacademiabellasartessevilla.com