Nacido en 1857, es un artista al que la Historia del Arte no ha reconocido el lugar que le corresponde, pasando por momentos bastante desapercibido.
Cuenta la leyenda, que se entretenía realizando pequeñas figurillas de barro que llamaron la atención de la Duquesa de Montpensier. La cual, asombrada por la valía del pequeño escultor, lo tomó bajo su tutela y le costeó sus primeros estudios.
A los 18 años empezó a trabajar en el Taller del pintor José de la Vega. Posteriormente consiguió una beca para viajar por Europa, visitando París (donde estuvo estudiando en la Academía de Bellas Artes) y Roma.
A su vuelta a Sevilla, ya era un escultor de éxito, que incluso había trabajado para el Zar Nicolás II. Éste, mandó al Príncipe Romualdo, en busca de Antonio Susillo, para que realizara su retrato. Tanto gustó la obra de Susillo a Nicolás II que éste alquiló un taller en París para que este pudiera desarrollar el encargo.
El Ayuntamiento de Sevilla fue su principal cliente en cuanto a monumentos públicos. Fue el primero en trabajar este género escultórico en la ciudad.
Se le encargó la escultura de Velázquez de la Plaza del Duque, que en aquel momento estaba rodeada por majestuosos palacios. La escultura de Daoiz, de la Plaza de la Gavidia y el Cristo de las Mieles, ubicado en la glorieta central del Cementerio de San Fernando y bajo cuyos pies reposan los restos del escultor.
La Infanta María Luisa de Montpensier, volvió a cruzarse en el camino del artista encargándole en 1895 la serie de doce sevillanos ilustres que decoran la fachada este del Palacio de San Telmo, residencia de los duques.
La obra de Susillo destaca por su realismo y por el movimiento y la fuerza que imprime a sus esculturas. Influenciado por la escultura que se realizaba en aquella época en París, Susillo concibe sus obras como monumento a la grandiosidad de los personajes representados. Refleja la grandeza de su espíritu, apelando a la fuerza interior de cada personaje.
A pesar de su éxito la tragedia acabó posándose sobre él. El 22 de diciembre de 1896, se dirigió a la zona norte de la ciudad, suicidándose. Un final que truncó las posibilidades de este gran escultor con apenas 39 años. Un artista que aún tenía mucho que decir y que podría haber entrado por la puerta grande en la historia de la escultura. Hay quién apunta que nunca superó la muerte de su primera esposa. Otras versiones hablan que no soportaba las deudas contraídas por su segunda mujer, que pretendía vivir a un nivel muy elevado.
La Iglesia puso algunos impedimentos para que Antonio Susillo fuera enterrado en el Cementerio Municipal, por haberse suicidado. Finalmente este hecho si se produjo, gracias a la intercesión de la Infanta María Luisa.
Entre sus discípulos, podemos encontrar artistas de reconocido prestigio como Joaquín Bilbao, Collaut Valera o Castillo Lastrucci.
Nota: la foto que acompaña al texto está sacada de la web sevilla.abc.es
Fuentes bibliográficas:
-Personajes sevillanos célebres en la historia (José María de Mena).
-culturadesevilla.blogspot.com.es
–sevillanosilustres.wikispaces.com