Están hechas de mármol correspondientes al siglo II d.c, que pertenecieron a soldados romanos, y proceden de edificios de la Híspalis Romana. Esto se debe a que los musulmanes utilizaban lápidas extraídas de edificios en deterioro para construir el minarete.
Esto lo hacían para evidenciar su voluntad de asentar su poder y autoridad sobre la ciencia y el saber antiguo, a parte de razones técnicas. Sevilla está asentada sobre un suelo arcilloso e inestable, por lo que los almohades conocían la resistencia de estas piedras, motivo por el que utilizaban este tipo de materiales para una mejor cimentación.
Fuentes bibliográficas: