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La festividad del Corpus Christi. Origen, historia y evolución

10167972_433014826858035_6145972632525774421_n«Tres Jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión».

Origen, historia y evolución.

La solemne festividad del Corpus Christi, se celebra exactamente 60 días después del Domingo de Resurrección, y 10 días después del Lunes de Pentecostés.

Nos remontamos a principios del siglo XV, en concreto sobre 1400 cuando empieza a celebrarse esta fiesta en Sevilla, aunque la documentación conocida es de 1426. Tomando como referencia la mitad del siglo XV podemos observar la ausencia casi total de imágenes procesionales. Las Santas Reliquias, La Roca, y un arcón que simbolizaba el recuerdo del antiguo Arca de la Alianza, constituían los principales enseres de la ceremonia.

En el siglo XV, la fiesta del Corpus Christi en Sevilla era modelo de fiestas de exaltación. El centro lo ocupa, como es natural, el Cuerpo de Cristo, contenido en un arca, llevada sobre andas, que luego, en 1587, es sustituida por la custodia procesional que todos conocemos. A su lado le acompañan hachones de cera. Todos los clérigos del lugar estaban obligados a acudir a la procesión.

En 1477 asiste al Corpus de Sevilla la Reina Isabel la Católica. Desde comienzos del siglo XVI comienza a generalizarse en toda la archidiócesis hispalense el establecimiento de Hermandades Sacramentales, que tienen como fin específico el culto a la Eucaristía. El origen de éstas corporaciones se halla en la persona de Doña Teresa Enríquez, más conocida como «La Loca del Sacramento». Doña Teresa, que acompañaba al Rey Fernando de Aragón en su visita a Sevilla en 1511, fundó Hermandades Sacramentales en varias parroquias de la ciudad, como San Lorenzo, San Salvador, El Sagrario de la Catedral o San Isidoro.

En 1511, el Rey Fernando el Católico acude a la procesión Eucarística sevillana, siendo en 1532 cuando se llega al acuerdo del recorrido, el cual se mantiene hasta nuestros días. Con motivo de las fiestas del Corpus se organizaban bailes y danzas, que fueron prohibidos por el Consejo de Castilla en 1533 y en 1780, por Real Cédula de Carlos II, se prohibieron los gigantes, tarascas y danzas, conservándose exclusivamente los actos religiosos y procesionales. Estas prohibiciones no lograron erradicar la costumbre popular.

Todos los elementos de la procesión se prestaban a múltiples lecturas simbólicas, unas tomadas por analogía con las entradas triunfales de los Reyes, otras por transposición de los ritos y ceremonias que rodeaban el Arca de la Alianza, y otras, que recordaban la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Es cierto que las ciudades se limpiaban y engalanaban a la llegada de los Reyes, a los que se recibían con festejos populares, danzas, representaciones simbólicas, como los del recibimiento de Felipe II en Sevilla, el año 1570. La procesión del Corpus se nos muestra como un montaje escénico religioso, destinado a resaltar al Santísimo Sacramento. La procesión reúne a toda la sociedad, ordenada y jerarquizada en sus principales instituciones: el clero, el gobierno municipal, los gremios, las hermandades, etc.

En esta época, las calles ya se cubrían de hierbas olorosas y, con un nutrido acompañamiento de velas y hachones, el Cabildo Eclesiástico costeaba una urna de madera sobre andas adornadas de ángeles, dentro de la cual era llevada la Eucaristía. La noche anterior o en la misma mañana, se alfombra el suelo con juncias y con otras hierbas aromáticas, como el arrayán, el tomillo, el romero, la lavanda, el poleo, etc.

Con el tiempo, se incorporarían algunas esculturas como eran San Vicente de Paúl, El Santo Ángel de la Guarda, San Rafael, San Diego de Alcalá, San José, San Hermenegildo, San Clemente, e incluso la Virgen de los Reyes de la Hermandad de los Sastres. En el siglo XVI tenemos constancia de la presencia de las Santas Justa y Rufina, y de los Santos Patronos San Isidoro y San Leandro.

El 4 de febrero de 1671 Fernando III de Castilla era canonizado ante el reconocimiento de su santidad por el pontífice Clemente X, tardando la Santa Sede más de cuatrocientos años en hacer legítima su incorporación a los altares. Con este acontecimiento, la efigie del santificado monarca no tardaría en engrosar la extensa nómina de representaciones procesionales para la festividad del Corpus.

Hasta aquí unas notas sobre el origen del Corpus Christi sevillano. El contenido podría ser más amplio, pero no queremos extendernos para no cansar al lector. Para un conocimiento más amplio del tema, pasamos a enumerar la pertinente bibliografía.

Fuentes bibliográficas:
culturandalucia.com
sevillapedia.wikanda.es
artesacro.org
-Apuntes para conocer Sevilla (Jaime Passolas).
-Fiesta Grande. El Corpus Christi en la historia de Sevilla (Vicente Lleó Cañal).

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