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Historia de la Feria de San Miguel

La Feria de San Miguel tuvo lugar desde 1875 hasta 1970, siguiendo un patrón organizativo de rodeo y mercado agropecuario tradicional, que fue evolucionando hasta quedar obsoleto a comienzos del primer tercio del siglo XX. Cuando las circunstancias de crianza, sanidad veterinaria y mercado ganadero modificaron sus estructuras ancestrales. Fue la histórica Feria Ganadera de Zafra la primera en adaptarse a las nuevas exigencias, compitiendo con ventajas con los rodeos tradicionales como la Feria de San Miguel, y como complemento negativo influyeron las diversas epidemias que surgieron y que afectaron sobre todo a los equinos y porcinos, provocando las necesarias prohibiciones de mover el ganado por el territorio nacional.

En 2001, el Ayuntamiento quiso dar contenidos socioeconómicos y turísticos al principio del otoño, recreando la Feria de San Miguel con objetivos actualizados, pero manteniendo las raíces ganaderas. El principio del otoño suele ser generalmente una época de bonanza climática que ofrece características positivas singulares en la ciudad meridional. Clima y vegetación aportan colores, aromas y temperaturas, lo que facilita un hábitat agradable, un contrapunto positivo con la primavera, que es la época reina de Sevilla y la que reúne más alicientes socioeconómicos tradicionales.

Primavera y otoño vinculan a la ciudad con acontecimientos característicos de su tiempo. La Feria de Abril (1847), primero, y la Feria de San Miguel (1875), después, no fueron iniciativas contemporáneas de la centuria decimonónica, sino eventos con raíces que se pierden en la noche de los tiempos.

La Feria de Abril, fundada en 1846, un año antes de su primera celebración, y la Feria de San Miguel, fundada en 1875 para suplir la pérdida del carácter ganadero de la primera, pueden considerarse herederas de los mercados agropecuarios concedidos a Sevilla por el Rey Alfonso X el Sabio en el siglo XIII.

Aunque la Reconquista de Sevilla supuso cambios trascendentales en la vida ciudadana, no era tan fácil la sustitución del cuerpo económico y administrativo anterior, por lo que puede admitirse la existencia de ferias comerciales durante la etapa musulmana; mercados que fueron más o menos trascendentes y de los que existen escasas referencias, como es el caso del actual llamado del Jueves, del que Ortiz de Zúñiga decía: «Sin saberse cuándo tuvo principio, permanece un mercado los jueves de cada semana, que vulgarmente llaman Feria, en ciertas calles de la Parroquia de Omnium Sanctorum; en aquel sitio asimismo se hacían las Ferias antiguas, como consta de privilegio del Rey Don Sancho».

Entre el año de la Reconquista y la carta de Alfonso X el Sabio otorgando las Ferias sólo transcurre poco más de un lustro. Además, el sistema de mercados o ferias ganaderas y agrícolas no sólo era posible en la España musulmana, sino que se pierde en civilizaciones anteriores.

De la Sevilla del siglo XIII, y menos aún de la anterior, hubo escasas referencias que traten de su economía hasta tiempos recientes. No obstante, las síntesis aportadas por Celestino López Martínez (Archivo Hispalense, 1948), Vicente Romero Muñoz (Archivo Hispalense, 1958); y Ramón Carande (Sevilla, fortaleza y mercado, 1972), reflejan un panorama social y económico en el que es fácil insertar las decisiones remotas de Alfonso X el Sabio, dentro de unos propósitos mercantiles identificados con la nueva etapa de la Sevilla cristiana y la necesidad de revitalizar los mercados tradicionales afectados por la larga etapa bélica y los forzados cambios demográficos.

Joaquín Guichot y Parodi recoge en su Historia del Ayuntamiento de Sevilla (1896, tomo I): «Infatigable en la muy noble labor de repoblar nuestra ciudad, Don Alfonso X le concedió, en 18 de marzo de 1254, dos ferias anuales, cuya Carta de concesión dice… (Después del preámbulo propio de estos escritos, el Rey afirma): Otorgo para siempre que se hagan en Sevilla dos ferias: la primera que sea por cincuesma, quince días antes o quince días después; y la segunda feria que sea por San Miguel, quince días antes o quince después».

Conviene subrayar que ambas ferias son mercantiles, nunca festeras, y tienen como objetivo fijar la población. En la misma línea hay otra carta regia fechada en 1263. Años después, como recoge Ortiz de Zúñiga en sus Anales eclesiásticos y seculares… (1795, tomo I), el Rey Don Sancho IV confirmaría las dos ferias otorgadas por su padre en 1254.

Las coincidencias entre las ferias concedidas por Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, y las creadas en el siglo XIX, la de Abril y la de Septiembre, coincidencias tanto en su contenido como en sus fechas, aunque la abrileña no esté exactamente en los días cercanos a la Pascua del Espíritu Santo, justifican que se consideren las manifestaciones del siglo XIII como antecedentes remotos de las actuales. No cabe la menor duda de que unas y otras nacieron con el mismo fin: promover la compra y venta de los productos agrícolas y ganaderos propios de la comarca y de la economía de cada época. Así lo hicieron constar los fundadores de la Feria de Abril en 1846, José María Ibarra y Narciso Bonaplata.

Después de estos antecedentes de la Feria de San Miguel, abordamos ahora la historia del ferial desde su inauguración en 1875. Veintiocho años después de la fundación del ferial abrileño, en 1875, vuelve a ser José María de Ibarra y Gutiérrez de Caviedes protagonista de la historia ferial, y esta vez ya como alcalde de Sevilla, cargo que ocupa desde el 14 de agosto de 1875 hasta el 8 de mayo de 1877. José María Ibarra fue quien promovió una segunda Feria de ganado y con los mismos objetivos de la Feria de Abril de 1847. Y además lo hizo nada más tomar posesión de la alcaldía, haciendo realidad un proyecto nacido apenas diez años después de la primera Feria de Abril y que los sucesivos gobiernos municipales aceptaron y no pudieron cumplir, pese a la insistencia con que, tanto Ibarra como Bonaplata, denunciaron la necesidad de un nuevo mercado en septiembre como complemento del de abril y siguiendo la idea de Alfonso X el Sabio de 1254.

Las causas que originaron esta nueva feria ganadera fueron la pérdida casi total de las raíces agropecuarias del ferial abrileño. Desde finales de la primera década de la Feria, el contenido pecuario fue quedando marginado a favor del festero. En apenas un cuarto de siglo, la Feria de Abril se convirtió en festejo universal, e incluso antes, pues en Glorias de Sevilla (1849) de Serafín Adame y Muñoz, ya se cantan las excelencias festeras y se olvidan las ganaderas.

Por eso, José María Ibarra fundamentó la necesidad de crear la Feria de San Miguel para dotar a la Feria de Abril de un complemento exclusivamente ganadero, que recuperara su carácter de rodeo, de mercado de productos agrícolas y ganaderos y afines, o sea, lo que ahora conocemos como una Feria de Muestras monográfica del sector agrario. Y lo consiguió durante los primeros años, pero no pudo evitar que al final la Feria de San Miguel se convirtiera en un remedo de la Feria de Abril, y que el espíritu festero acabara desnaturalizando el proyecto fundacional.

La Feria de San Miguel nació con un calendario de tres jornadas, como la de Abril de 1847, los días 18, 19 y 20, y en este caso los días 28, 29 y 30 de septiembre. Y con programación de corridas de toros, que fueron muy populares por ser elegidas para tomar la alternativa novilleros famosos, como fue el caso de José Gómez Ortega Gallito, el 28 de septiembre de 1912.

Pasados los últimos años del siglo XIX y primeros lustros del XX, la Feria de San Miguel comenzó a registrar un desarrollo irregular, afectado por las sucesivas crisis ganaderas y del agro en general.

Durante el siglo XX, la Feria de San Miguel aumentó el número de casetas particulares y de entidades culturales y peñas deportivas y taurinas, contó con una Calle del Infierno, más las acostumbradas corridas de toros, que es lo único que ahora se conserva. Pero esta tendencia festera terminó en 1936. Durante los años 1937, 1938 y 1939, tiempo en que no se celebró la Feria de Abril por causas de la Guerra Civil, y además por única vez en su historia, sólo se celebró el mercado ganadero por San Miguel, pero sin festejos de ningún tipo. Y desde 1940 en adelante, con excepción de 1948, nunca más se montaron casetas festeras. Además, después de la guerra, con la ganadería diezmada, el mercado pecuario entró en crisis galopante, hasta celebrarse por última vez en 1970. La excepción del año 1948 fue por celebrarse el setecientos aniversario de la Marina de Castilla en nuestra ciudad.

Los escenarios de la Feria de San Miguel fueron el Prado de San Sebastián, desde su fundación en 1875 hasta finales de 1939, salvo en 1929 y 1930, cuando con motivo de la Exposición Iberoamericana tanto la Feria de Abril como la de San Miguel, fueron trasladadas al Sector Sur. Durante algunos años veinte y treinta, también se celebró la feria ganadera en parte de los terrenos de Tabladilla, junto al Porvenir. Desde 1940 en adelante se organizó el rodeo en el Sector Sur, a veces cerca de Heliópolis, como en 1930, hasta que a finales de los años cincuenta se trasladó al final de Los Remedios. En 1970 se celebró por última vez, después de varios años de agonía y de quedar relegada al trato caballar, mular y asnal de comerciantes de raza gitana y sin la presencia de los hierros ganaderos habituales, que trasladaron sus reses a la Feria de Zafra, principalmente.

Como en el caso de la Feria de Abril, la de San Miguel contó con los prados fijados por el Ayuntamiento en cada época. En sus comienzos, los carteles de anuncios municipales contenían el siguiente texto: «Deseoso el Ayuntamiento de estimular la concurrencia de los ganaderos, y de proporcionarles copiosos e inmejorables pastos, destina a este objeto los fértiles terrenos de que se compone la gran dehesa de Tablada y las espaciosas praderas de Sevilla, sin limitación alguna. Atendiendo a la conveniencia de los ganaderos, se señala a los potros el Cuarto de las playas inmediato a la huerta de don Lucas Beck; al ganado lanar el mismo sitio en el lado cercano al río frente a San Juan de Aznalfarache; al vacuno el Cuarto del Toril, lindante con el cortijo de Corbeta; al de cerda el mismo punto en la parte contigua al río; a las mulas el descanso del Juncal, y a las yeguas el Prado de Santa Justa. Los ganados tendrán entrada franca en los referidos terrenos desde el día 26 de septiembre, pudiendo permanecer hasta el día 3 de octubre si así acomodase a sus dueños». Y más adelante, añade: «Los públicos regocijos de esta Feria ganadera no interrumpen el curso de las contrataciones. Lejos del bullicio ajeno a los negocios están los ganados a la venta, y junto a las cómodas tiendas de campaña para el servicio de los ganaderos por una corta limosna en favor del Asilo de Mendicidad de San Fernando».

Recuperando el título de la Feria de San Miguel se celebraron en 2001 y 2002, dos eventos festero-pecuarios-mercantiles, cuyo objetivo de perdurabilidad en el tiempo no se consiguió. Y que ahora en 2017, se intenta recuperar..

Nota: la foto que acompaña al texto está sacada de la Fototeca Municipal.

Fuente bibliográfica:

elcorreoweb.es

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