El día 8 de Diciembre de 1854, el Papa Pío IX promulgó el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, culminando un anhelo sevillano que tiene raíces en el siglo XIII. Pues del año 1258 data la fundación de la primera Hermandad de la Concepción, llamada la Cofradía de los Dos Cabildos, por estar formada por el Eclesiástico y Secular, y el de la Nobleza de Sevilla. Desde 1854 hasta el siglo XIII, la crónica mariana sevillana tiene hitos capitales demostrativos de la ferviente devoción de la ciudad por la Madre de Dios. En 1417 se consideró fiesta el día 8 de Diciembre. En 1592 llegaron al Convento de San Diego los Frailes Franciscanos, enseguida erigidos defensores de la Pureza de María y convirtiéndose en el principal foco de la devoción. En 1617 hizo la ciudad su voto concepcionista, y luego todo el siglo XVII fue una constante referencia al deseo del reconocimiento papal de la concepción sin pecado original, coronado por la visita a Roma de una comisión sevillana que presentó sus anhelos al Papa Paulo V.
Pero el largo camino hacia la promulgación del Dogma no fue fácil, y los sevillanos sufrieron contratiempos que incluso obligaron a las consabidas procesiones de desagravio, organizadas por los frailes del Convento de San Diego, que estaba en el Prado de San Sebastián, en zona cercana a la Fábrica de Tabacos y el Palacio de San Telmo. Una de las polémicas más enconadas las originó el Fraile Molina, del Convento de Regina Angelorum, junto a la Plaza de la Encarnación. Y el pueblo contestó con una popular redondilla, que en su primer párrafo decía: «Aunque se empeñe Molina y los frailes de Regina con su padre Provincial María fue concebida sin pecado original».
Pronto se hicieron muy populares los versos de Miguel del Cid, uno de los abanderados de la promulgación del Dogma, que dicen: «Todo el mundo en general a voces Reina escogida digan que sois concebida sin pecado original».
La Hermandad del Silencio encargó al poeta sevillano Miguel Cid unas coplas en honor de la Inmaculada Concepción, y que éste escribió la cuarteta luego tan popular, con música de Bernardo del Toro, que fueron impresas a cargo de la Cofradía en un pequeño librito para su divulgación en la ciudad.
La advocación mariana de esta Hermandad, que tiene por nombre el de María Santísima de la Concepción, responde a las raíces inmaculistas de la corporación. Ya que fue la primera de Sevilla en hacer Voto de defensa de la Inmaculada Concepción. Hecho fechado el Martes día 29 de Septiembre de 1615, festividad de San Miguel, y por iniciativa de su Hermano Mayor, Tomás Pérez y Pérez, asumida por aclamación por la Junta de Gobierno. Un voto llamado de sangre porque juraron defenderla hasta dar la vida por este misterio.
Cada Madrugada de Viernes Santo, la Hermandad del Silencio, recuerda este hecho histórico. Y lo hace portando una bandera, un cirio, y una espada.
La bandera de color blanco con letras azules, tiene varias interpretaciones, pero la más aceptada es Q. S. M. MD. AL. C «¿Quién cómo María Madre de Dios concebida sin pecado Original?». Este texto haría alusión a la frase de San Miguel: «¿Quién cómo Dios?», ya que la Cofradía pertenecía la Parroquia de San Miguel y el histórico cabildo del voto fue realizado el día de San Miguel Arcángel. En el anverso aparecen las letras S. C. E. J. «Santa Cruz En Jerusalén» y el escudo de la Hermandad.
La espada hace referencia a ese compromiso extremo de defensa del voto, teniendo que empuñarla si fuera necesario para defender la limpia Concepción de María. Durante la Estación de Penitencia, el nazareno que la porta, la lleva sujeta con las dos manos y un paño en la empuñadura.
El cirio votivo también se utiliza para rememorar el voto de defensa del dogma. Este se renueva todos los años y en él se puede apreciar la imagen de la Inmaculada, la fecha del voto (1615), la fecha del año en curso, y el escudo de la Hermandad.
Fuentes bibliográficas: