Utilizando la «quadratura», Lucas Valdés junto con su taller, disponen un marco arquitectónico formado por tres vanos, separado por columnas de capitel corintio dorado y con estrías torsas, apareciendo el central abierto para enseñar la escena y los laterales cegados para colocar las alegorías.
En el lado izquierdo, la de la Sevilla liberada (sosteniendo gorro frigio), y en el derecho, la de la Fortaleza (cargando con columna). Ambas someten a personajes musulmanes ataviados con turbantes, quedando respaldadas por los escudos reales de Castilla y León.
En el vano central, vemos la procesión de entrada de San Fernando en la Sevilla reconquistada el 23 de Noviembre de 1248. Momento que marca el comienzo de la presencia de los Dominicos en Sevilla. El cortejo acompañado por música de timbales y clarines, es presidido por la Virgen de los Reyes, pero la imagen (llevada en andas y bajo palio), aparece de espaldas, de camino a las murallas de la ciudad. Tras un gran número de prelados, los Reyes aparecen en el centro de la escena avanzando con majestuosidad y transidos por la visión celeste que deja entrever la gloria superior: San Clemente y San Isidoro contemplan el tránsito procesional y parecen bendecir la escena al sostener el ancla que ha evitado el naufragio espiritual de la población y la corona de laurel y las palmas que envían, mediante ángeles, al Santo Rey.
Lo más importante de la pintura es que los monarcas están rodeados de miembros de órdenes religiosas: por un lado, San Pedro Nolasco representando a los Mercedarios, y por otro, Santo Domingo con su perro y su rosario, en representación de los Dominicos. Este hecho sirve para vincular la Orden Dominica a Sevilla, presente desde el comienzo de la Reconquista.
Fuentes bibliográficas:
-Real Parroquia de Santa María Magdalena: Guía breve de su patrimonio artístico (José Roda Peña).